Los ensayos no han conseguido el efecto de bloquear la entrada de la cocaína al cerebro.MALOS RESULTADOS EN RATONES
EL ÚLTIMO ESTUDIO DE VACUNA CONTRA LA COCAÍNA
– ¿Estuvimos cerca alguna vez?
– El estudio que más lejos llegó se realizó en el 2014. Y lo único que demostró fue su ineficacia. Esa investigación se hizo en humanos. Después se realizó otra en monos. En este caso, lo que hicieron fue que, en lugar de generar anticuerpos, buscaron unir la cocaína a otras moléculas.
La cocaína es una molécula muy pequeñita y los anticuerpos no responden a moléculas tan pequeñas. Imagínate que un virus es la suma de un montón de moléculas y es diminuto. Pues la cocaína es más pequeña. Lo que han probado en monos fue unirla a otras moléculas: lo hicieron en ocho primates y solo uno de ellos respondió parcialmente. Claro, después de eso no han seguido.
El último estudio que hay, del 2018 (desde entonces nadie se ha vuelto a interesar en investigar) se desarrolló en ratones. En este caso unieron la cocaína con dos moléculas, incluida una proteína, y consiguieron un poquito de eficacia a la hora de bloquear los receptores.
Pero por un lado, estamos hablando de ratones, y, por otro, las pruebas mostraron cierta eficacia con dosis de hasta 350 miligramos. Esto significa que por arriba de un tercio de gramo de cocaína perdía eficacia; con dos tercios los ratones respondían como si no se les hubiera vacunado. O sea, que si ingirieran un gramo de cocaína, la vacuna ya no serviría de nada.
Y esto en ratones, ten en cuenta que luego habría que probarla en monos, luego en humanos… En fin, yo pienso, como profesional que me dedico a las adicciones, y al tratamiento de la relacionada con la cocaína, que esto de las vacunas no va a ir adelante.
– Digamos que por ahora es prácticamente inviable algo como tratamientos farmacológicos para la cocaína, por ejemplo…
– Sí, es prácticamente inviable. Lo han intentado varios laboratorios, algunos de ellos muy profesionalizados en la creación de vacunas contra gérmenes, y nada: el cuerpo humano no genera suficientes anticuerpos como para que esto de la vacuna de la cocaína sea viable. Pero la ciencia no se puede quedar quieta. Por eso se desarrollan otros tratamientos para la cocaína, como los de tipo psicológico, que sí funcionan muy bien.
Lo más novedoso que hemos comprobado, lo último, es que la mayoría de pacientes que son adictos a la cocaína tienen otro trastorno mental, la mayoría. Es decir, que tienen depresión, ansiedad, un trastorno de la personalidad… Y lo que hemos demostrado recientemente es que si tú tratas ese trastorno mental asociado a la adicción, los resultados son excelentes.
Así que la ciencia ahora se ha volcado en la eficacia de tratar ese otro trastorno mental. Y para esos trastornos sí hay medicaciones. De alguna manera, la ciencia no está invirtiendo energía en desarrollar vacunas y lo está invirtiendo en el tratamiento de lo que se llama patología dual: adicción a la cocaína más otra enfermedad mental.
– Imaginado un escenario hipotético, ficticio: si realmente algún laboratorio en algún momento tuviese éxito…
– … dentro de 50 años más…
– … claro, sí. En ese caso, se podría evitar la adicción a la cocaína, pero…
– … no, no, eso jamás. La vacuna serviría para tratar al que ya es adicto. Es decir, no tendría ningún sentido hacer una vacunación masiva para que la gente no desarrollara adicción.
Te pongo un ejemplo: para los adictos a la heroína tenemos un medicamento que se llama naltrexona, que es una pastilla que bloquea el receptor donde se une la heroína. Es decir, que si tú tomas esta sustancia, el medicamento actúa logrando un resultado similar a que tú la desecharas: no llega a hacer efecto en el cerebro.
Pues esto es lo que se está buscando con la vacuna de la cocaína: que en el caso de un adicto que a los tres años sufre una recaída de una noche, los anticuerpos se unan a la sustancia y ésta no llegue a entrar en el cerebro. Y que por la mañana siguiente esta persona dijera “bah, qué tontería lo que acabo de hacer, menos mal que estoy vacunado y no me ha hecho efecto”.
Porque el problema es que, cuando la cocaína hace efecto, se pone en marcha todo el sistema de recompensa: la persona se autoengaña y se dice: “ha sido sólo una noche, no pasa nada”. Y el fin de semana siguiente repite y, a la que se da cuenta, otra vez está consumiendo a diario.
LA MITAD DE CAUSA DE LA ADICCIÓN PUEDE ENCONTRARSE EN LA GENÉTICA
– ¿Es posible trazar un perfil con más predisposición a desarrollar adicción a la cocaína?
– Hay personas que prueban la cocaína y no desarrollan la adicción y otras que sí. Eso sí que se está investigando y ya hay resultados. Por ejemplo: se ha visto que las personas que filtran mal los estímulos sensoriales, es decir, que su cerebro no es capaz instintivamente de diferenciar los estímulos que son importantes de los que no, tienen más riesgo de desarrollar adicción a la cocaína.
También se han visto aspectos genéticos, que predisponen a algunas personas a desarrollar adicción a la cocaína. Estos resultados son de 2020. Y lo curioso es que esos mismos genes que te predisponen a la adicción a la cocaína te predisponen a desarrollar depresión.
Entonces, qué ocurre: que hay personas que están consumiendo cocaína, que no tienen ningún problema previo, a lo mejor lo hacen de forma lúdica los fines de semana o esporádicamente, y de repente desarrollan una depresión. A partir de la depresión empiezan a tomar más cocaína para intentar aliviarla, lo que nosotros llamamos automedicación. Y así desarrollan una adicción a la cocaína. Se ha visto que en este grupo de personas existe una predisposición genética, que explica el 50 por ciento de la adicción. El otro 50 por ciento lo explican otros factores y variables.
– Es decir, que la predisposición a la adicción tiene un alto componente genético.
– Sí, el dato es del 50 por ciento. No que el 50 por ciento de las personas que desarrollan adicción a la cocaína lo hace por genes y la otra mitad por problemas sociales o psicológicos, no es esto. Lo que digo es que “todas las personas” que desarrollan una adicción a la cocaína, el total de ellas, lo hacen motivadas en un 50 por ciento por un condicionante genético, y en otro 50 por ciento por otros de tipo ambiental. Por tanto, que si no hay determinante genético o ambiental, no hay adicción: tienes que sufrir los dos condicionantes.
LA ADICCIÓN: UNA ENFERMEDAD CRÓNICA
– En el campo de la terapia se aplica para hacerle comprender a la persona adicta que esta adicción es una enfermedad crónica. Es muy importante que el adicto sepa que va a portar esta patología toda la vida. Esto qué quiere decir: que tú le puedes ayudar en el tratamiento, que se puede desintoxicar, que puedes tenerlo un mes en un centro, que puede estar un año abstinente haciendo vida normal… Y de repente un día, por una circunstancia estresante o cualquier otro aspecto, sufre una recaída.
El paciente debe saber que se trata de una enfermedad crónica y un nuevo problema psicológico o social le puede desencadenar una recaída. Así lo motivamos para que aprenda y tenga herramientas para no recaer dentro de un año o de diez.
– Es importante entonces que esté alerta y siga trabajando terapéuticamente.
– Y la segunda cosa para la que nos sirve esta información es para desculpabilizar al adicto. Es decir: una persona desarrolla una adicción porque tiene mala suerte, igual que una persona desarrolla un cáncer o una pancreatitis: ahí hay un 50% de causa genética de la cual la persona no tiene la culpa.
A estos pacientes tú les preguntas: “¿tiene usted algún antecedente familiar…?” Y te responden: “Pues sí, mi padre era alcohólico, y tengo una tía que tenía depresión…”. Entonces no es una cuestión de culpabilidad ni moralizar, es una enfermedad como cualquier otra y tiene su parte biológica y su parte ambiental.
Si tuviese que describir un tratamiento de adicción a la cocaína, ¿cuál sería?
– Lo que ha demostrado más eficacia ha sido la psicoterapia, junto con el abandono del consumo de alcohol. Porque se ha visto que son dos adicciones muy interrelacionadas.
Luego está el tratamiento de la patología mental asociada. Por ejemplo, el trastorno límite de la personalidad, que es muy frecuente en pacientes con adicción a la cocaína: son personas inestables, muy impulsivas, con ataques de ira, que se sienten vacías por dentro… Si tú tratas el TLP, que también tiene tratamiento, al mismo tiempo que la adicción a la cocaína, las tasas de éxito son muy elevadas.
TODAS LAS DROGAS AL ALCANCE DE CUALQUIERA
– Hemos hablado de la predisposición genética. Pero, ¿cuánto cree que influye esta cultura del éxito y el consumo en potenciar esa predisposición?
– A ver, no te sabría decir cuánto influye, porque todas las culturas consumen drogas. Quiero decir, que todo aquel que dice “vamos a luchar contra las drogas”… contra las drogas no se puede luchar porque forman parte de la cultura del ser humano. Desde siempre nuestra especie ha estado usando sustancias: la cafeína para no dormirse, el tabaco se utilizaba para las reuniones sociales, la cocaína para el mal de altura…
El problema no es tanto el tipo de cultura sino la globalización. Esta es la que ha facilitado que con un golpe de clic puedas conseguir cualquier tipo de sustancia. Ahora mismo están todas disponibles a precios, en algunos casos, accesibles para la mayoría de la población. Y eso facilita que probar y su uso lúdico.
– El problema es para aquellas personas que ya tienen predisposición…
– Aquellas personas que tienen la mala suerte de tener la predisposición genética y otras variables ambientales, desarrollan la enfermedad. Pero tú no puedes cambiar la cultura. Por suerte ésta es libre y evoluciona. Lo que tenemos que hacer es adaptarnos a esta realidad. ¿Cómo? Pues con medidas de prevención. Por ejemplo, está visto que cuanto más tarde se inicia el consumo, mejor para tratar la adicción. Todas aquellas estrategias de prevención orientadas a jóvenes y adolescentes son lo mejor que podemos hacer; invertir en esa prevención.
– Y en ese sentido, ¿estamos teniendo éxito?
– No, no estamos teniendo éxito. En el tema de la cocaína, por utilizar el símil del coronavirus, estamos en una situación de haber doblegado la curva, de estar en una situación de estabilidad. Pero en España somos de los principales países consumidores del mundo, y, en principio, no estamos ganando esa batalla. En el último año, el tres por ciento de los jóvenes hasta 24 años probaron la coca en España: es un porcentaje muy elevado.