Mientras mi compañero descansa,
observo a través de las rejas de mi celda como un rojizo sol de
verano cede su trabajo a unos proyectores de halógena luz naranja.
Ahora, en la relativa tranquilidad
que me ofrece la soledad y el silencio, miro hacia el cielo y
reflexiono.
En algún sitio leí que nosotros
escribimos nuestro destino y que somos lo que hacemos. Lo que hice me
trajo aquí y por la misma norma, lo que haga ahora determinará mi
futuro.
Puedo resignarme y esperar que el
tiempo pase sin más. O puedo evitar que mi vida se detenga y seguir
creciendo como persona, madurando como ser racional.
No es fácil.
Nadie dijo que lo fuera. Es todo un
reto. Voluntad. Quizas esta sea la prueba más dificil de mi vida.
Una prueba de paciencia, de habilidad, de tolerancia y de autoestima.
Es un gran consuelo para mí el hecho
de que mi familia me perdonara y me ofreciera su apoyo, condicionado
a mi buen comportamiento.
♦️ Pensar en ellos me da fuerzas.
Como me las dio esta mañana antes de bajar a desayunar, cuando otra
jornada me desafia a romper una rutina por sí misma perpetuamente
tediosa.
Despues de tomar el pseudo-café y el
“chusco” de pan, consegui escaparme. Si, me fugué y me escondi
en la magia de la lectura. Asi pasé parte de una mañana como la de
ayer y como todas.
Sólo volví puntualmente a la
realidad un par de veces para resolver las demandas de mi destino
como auxiliar de la Biblioteca. Buen destino. Entre mis amigos los
libros y sus lectores. Quizas el lugar más tranquilo del Módulo.
Hasta que llegó el mediodía.
Educadamente pido a los compañeros
que desalojen la estancia para cerrar y devolver la llave al
funcionario de turno. Caminando por el patio, me aburren conceptos
del tipo: sentencia, recurso, meses, años…libertad condicional.
✦Intento
no pensar en ello. Tampoco es fácil. Tengo hambre. El caos de la
cola para coger la comida se va convirtiendo en un goteo de personas
al que me sumo, la comida huele como siempre, parece la de siempre, y
no necesito verla para saber que su sabor será siempre el mismo.
Ya no disfruto comiendo pero necesito
alimentarme. Fruta. ¡Sí! me gusta la fruta, en la calle casi no la
comía, prefería el dulce. Yogur. Como siempre, lo cambiaré por un
pitillo para la sobremesa.
El ruido de más de un centenar de
personas entre cuatro paredes es atronador, me embota la cabeza.
Mientras algunos hacen cola en el economato para comprar café (yo no
tomo café, soy hiperactivo y me excita sobremanera), prefiero la
tranquilidad de un paseo por el patio, al aire libre.
Una “persona” se me acerca para
pedirme un favor, digo persona poque no me gusta la etiqueta de
“recluso” o “interno”.
Un favor.- Si está en mis manos, lo
intentaré- le respondo.
Dicen que aquí todo tiene un precio
sin embargo prefiero pensar que aun puedo cambiar un favor por otro.
Eso me hace sentir útil.
✦Con
una fuerza inusitada, el altavoz escupe una serie de ruidos
inteligibles. Nos están indicando que es el momento de subir a las
celdas.
Bien. Tranquilidad. He pasado medio
día y he “sobrevivido”. Oír y callar. Ver y callar esa es la
estrategia para evitar problemas. Por eso no voy a contar lo que veo
ni lo que oigo a mi alrededor.
Es por todos conocidos el problema de
las drogas, el abuso de medicación o simplemente la falta de
modales. Rabia mucho tiempo contenida, ajustes de cuentas,
desiquilibrios psicológicos.
Ahora ya no me afecta. Antes me
sorprendía. Temía que ciertos comportamientos me salpicaran. De que
se aprovecharan de mi ingenuidad.
♦️ Es la primera vez que estoy en
la cárcel. Hay una primera vez para todo ¿no es así? Y hasta esta
experiencia se puede aprender.
Aprendí a decir que no, a evitar
problemas gratuitos, a convivir con personas de diferentes
razas-etnias, religiones o costumbres. Todos estamos igual de jodidos
y ese es el nexo que nos une.
No me creo con el derecho de juzgar a
nadie, pero es inevitable que haga mi propia selección de las
personas que quiero tener cerca de mí , tampoco me sorprendió ya de
lo desproporcionadas que son algunas condenas, respecto al delito
cometido y yo mismo me considero un ejemplo.
Sólo veo víctimas. Víctimas de la
droga, de la avaricia en un sistema enfermo en lo que mas importa es
“tener” por encima del “ser”.
• ¿Qué soy? ¿un pobre hombre que
subsiste con diez euros a la semana? Una persona rica en valores y
educada en unos principios éticos inculcados con firmeza durante
años por una madre que creyó que la buena educación es la base de
la convivencia y que invirtió en ese proposito los mejores años de
su vida.
Ahora, con humildad sincera reconozco
que no hay dinero en el mundo que pueda pagar esa dedicación.
✦Subo
las escaleras a tropezones hasta alcanzar la segunda planta de la
galería tan fría y simétrica como una nevera gigante, hierro y
cemento.
Reticular, como un almacén donde se
ordenan ¡personas! De dos en dos, perfectamente “colocada” cada
pareja en su “sitio”.
Cuando la puerta me encierra dentro,
paradójicamente me siento más seguro, estoy en mi espacio vital, el
único espacio donde puedo tener un mínimo de intimidad, aunque ésta
es relativa, ya que tengo que compartir estos momentos con otra
persona.
Sólo los ocasionales gritos y golpes
provenientes de otras celdas me recuerdan que, tras esa gruesa puerta
de hierro con el número 36, se siguen fraguando tensiones,
desavenencias, lágrimas, dolor…rabia, venganzas etc.
Pero ahora me voy a escapar de nuevo.
Por la ventana del televisor accedo al presente. El mundo sigue su
camino inexorable. A veces puedo ver mi ciudad, incluso mi barrio o
alguna persona conocida.
✦El
chirriar de la puerta al desplazarse anuncia que son las cuatro y
media, ante mi se presenta otra vez ese pasillo aséptico, frio,
impersonal de la galería invitándome a atravesarlo, pero antes debo
limpiar la celda.
Ser presos no significa que seamos
unos cerdos, lejía, barrer y fregar. Hierro y cemento.
De nuevo otra vez abajo, entre la
agoviante presencia de estos muros coronados de alambre espinado que
activan cualquier deseo ilusorio de de libertad, observo a la gente.
— En el aire se denota un potaje
rancio de sentimientos tan candentes que en conjunto asemeja una olla
a presión a punto de explotar. Vinagre y carbonato, efervescencias
de emociones, tristeza, rabia y una pizca de piadosa esperanza.
Tras pasar varios minutos al sol,
vuelvo a entrar a la biblioteca. Abro un libro y me voy a través de
él hacia lugares que habitan en mi cabeza, cuando vuelva habrá
pasado otra tarde, habrá pasado otro día en prisión, parecido al
de ayer y al de mañana.
Pero único, como cada momento, cada
minuto de nuestra vida es irrepetible.
Nosotros hacemos que así sea, porque
mañana seré un poco mejor de lo que he sido hoy y me queda un día
menos para irme con mi familia.
-Rubén.R.-Ganador concurso “Nelson Mandela"-