sábado, 8 de noviembre de 2025

Reafirmación del Compromiso y Cambio de Denominación Legal a Asociación Nacional de Patología Dual.

 

Estimados socios y socias, profesionales, colaboradores e instituciones amigas:

Nos dirigimos a ustedes para comunicar una importante actualización en nuestra estructura legal. Con el fin de optimizar nuestra gestión y alinearnos con las necesidades administrativas actuales, hemos completado con éxito el cambio de forma jurídica, transformándonos de Federación a Asociación.

A partir de ahora, nuestra entidad operará bajo la denominación legal de: Asepadual, Asociación Nacional de Patología Dual. 


Continuidad y Estabilidad:

Queremos ser enfáticas: este cambio es de índole estrictamente legal y administrativa.

Seguimos siendo la misma entidad, con idéntico equipo directivo, equipo profesional, misión y objetivos fundacionales.

Mantenemos firme nuestra dedicación a fomentar el conocimiento, la investigación, la visibilización, la sensibilización y la atención a familiares y pacientes con Patología Dual. Este paso nos permite operar con mayor eficiencia y colaboración, lo que nos ayudará a seguir impulsando los proyectos y la labor que nos une.


Datos Clave de la Transición:


  • Antigua Denominación: Federación Estatal de Patología Dual (FEDEPADUAL)

  • Nueva Denominación Legal: Asociación Nacional de Patología Dual (ASEPADUAL)

  • Registro y Vigencia: El cambio ha sido formalmente inscrito en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior. Nuestro CIF sigue siendo el mismo:G-44891083

Este paso garantiza nuestra total transparencia y disipa cualquier posible duda ante organismos oficiales o colaboradores.

Implicaciones Prácticas:

Durante las próximas semanas, verán la actualización gradual de nuestra imagen corporativa (logotipo, web, correos electrónicos), utilizando diseños continuistas para garantizar una identificación visual inmediata.

Rogamos que actualicen, a partir de la fecha, nuestros datos en sus bases de contactos.

Agradecemos de antemano su comprensión y el apoyo constante. Su confianza es fundamental en esta nueva etapa, que abordamos con el máximo rigor y con la ilusión de siempre.

Para cualquier aclaración o duda, no duden en contactar con la Secretaría Técnica de la Asociación.



Atentamente,

Mª Asunción Zubia Murguiondo

Presidenta de ASEPADUAL, Asociación Nacional de Patología Dual



sábado, 1 de noviembre de 2025

"Foro sobre Familias, Adicciones y Patología Dual".

 


El próximo 14 de noviembre por la mañana en el Ateneo de Madrid celebraremos una edición más del "Foro sobre Familias, Adicciones y Patología Dual".



Inscripciones y programa aquí: Inscripciones y Programa.

sábado, 18 de octubre de 2025

Reflexiones sobre el suicidio, la profesionalización de la psicología de emergencias, la bondad y el ego.






Autor: Daniel J. López Vega, psicólogo sanitario y presidente de Papageno.

💛💚📣🔻Reflexiones sobre el #suicidio, la profesionalización de la psicología de emergencias, la bondad y el ego.
15 años de lecciones aprendidas en la prevención del suicidio a nivel personal. Daniel Jesús López Vega

Los últimos 25 años y algunos más desde que terminé la carrera de #psicología pueden ser resumidos en las únicas tres facetas de mi vida que he amado: mi familia, mi “tribu” y mi trabajo. Pronto se cumplirán 15 años desde que accidentalmente empecé a trabajar en la prevención del suicidio. Jamás podré pagar lo que aprendí en estos lustros. Pero todo no ha sido bueno. Hace una década hablar del suicidio, al contrario que ahora donde hacerlo te asegura un espacio en los medios de comunicación a nivel nacional, suponía un verdadero problema que traspasaba lo profesional. En estos años me han acusado de “pesetero”, de “ganarme la vida con el dolor ajeno”, de “arribista”, de “no respetar a los muertos”. He leído y escuchado insultos de carácter personal, algunos poco adecuados para reproducir en este blog. Los he aceptado estoicamente. Muchos de ellos provenían de personas que nunca llegué a conocer y a otras las dejé ir. Incluso, durante años, en una publicación de una página oficial de un cuerpo policial, una de mis intervenciones en la defensa de la visibilidad del suicidio me mereció la catalogación de “persona de baja catadura moral”. Va en la profesión.
Hablar en voz alta siempre tiene un precio:
Ahora todo ha cambiado. Sigue siendo complicado encontrar a profesionales formados para acompañar en conductas suicidas porque se relacionan con fenómenos y diagnósticos a los que seguimos dando la espalda: las adicciones, la patología dual, el trastorno límite de la personalidad, el bullying o el acoso laboral. Sin embargo, ahora es fácil encontrar a profesionales y tertulianos bondadosos que nos lanzamos a jugar con las palabras como en una “ruleta rusa” de final fatal: de tabú a la moda, de problema invisible a normalización del problema, de un problema a otro. El ego es lo que tiene. Muchas veces realmente no hablamos del fenómeno, sino de nosotros mismos. En la sociedad del Selfie nada de esto nos parecerá extraño.
Humano o profesional, esa es la cuestión:
En la última semana me he enfrentado a lo que seguramente son vairas de las situaciones más duras de mi carrera profesional. Por desgracia eso se está convirtiendo en costumbre y cada semana compite con la anterior en ponerme en mi sitio y entender, a las malas, todo lo que me falta por aprender e ignoro. He vivido varias de esas situaciones en psicología de emergencias donde inevitablemente se te marca el alma. Quizás por ser padre, el acompañamiento de la pérdida de un hijo o una hija, y especialmente cuando es por suicidio, provoca en mí una especial sensibilidad y más cuando ocurre durante la adolescencia. Perderlas a ellas (yo tengo dos hijas) supondría una de las situaciones más dolorosa que yo podría transitar. Un suicidio, especialmente de una persona adolescente, es claramente un fracaso de toda la sociedad y el impacto que produce puede ser devastador.
En la última intervención de este tipo ayer por la mañana (técnicamente se llama posvención a las estrategias dirigidas a acompañar a personas en duelo por suicido), la familia me lo agradeció con una expresión que me he acostumbrado a escuchar pero que me produce cierto efecto paradójico: “Qué bueno que haya personas tan buenas como tú en el mundo”.
En los cursos para sanitarios que imparto desde hace años, siempre me gusta utilizar una frase de la célebre serie sobre medicina “House”. El particular protagonista que emula en el mundo de la medicina, lo que Sherlock Holmes fue en el ámbito detectivesco, realiza la siguiente pregunta con la que te invito al siguiente juego: Qué prefieres, ¿un médico que te coja la mano mientras mueres, u otro que te salve la vida mientras no te mire a la cara?
Ya te habrás dado cuenta de que esta frase esconde realmente una falsa dicotomía o falso dilema porque realmente la solución es quedarse como otras tantas veces en el punto medio. Es decir entre el equilibrio en el conocimiento médico y la bondad que todo profesional debe mostrar si desea llegar a la excelencia. Pero permíteme que utilice esta cuestión para poder extraer lo aprendido ayer durante la mañana. “¿Que soy un profesional (pesetero) o una buena persona?” (Otro falso dilema).
Mientras esperaba para poder intervenir con la familia, escuchaba a las personas concentradas en una plaza como respeto al dolor que la pérdida había provocado en la familia y la comunidad. El hecho había producido un importante impacto social. Por deformación profesional, estuve atento casi durante media hora de todos los detalles que suscitaron la escritura de esta entrada del blog. La mayoría de las opinones que escuché o leí sobre el hecho ocurido, estaban indefectiblemente contaminadas por el impacto emocional provocado por este. El lugar estaba completamente lleno de buenas personas, movidas por querer ayudar, pero sometidas al estrés propio de una emergencia de esa naturaleza y que convierte parte de la ayuda justamente en lo contrario. Recuerda lo ocurrido en Valencia alrededor de la DANA y otros desastres naturales donde mucho del voluntariado cuando funciona de forma desorganizada acaba convirtiéndose en sí en un nuevo problema. Por otro lado, opinar y reaccionar en casos de estrés emocional y sin tener toda la información puede ser lícito, pero no siempre favorece a la resolución de los problemas, ni es responsable.
Profesionalización de la psicología de emergencias:

Y ahí, como en otra muchas situaciones de mi experiencia profesional, volví a echar de menos a los profesionales de la psicología de emergencias.
Contra toda lógica, en España no existe una especialidad reglada dentro de la psicología que te habilite como profesional en este ámbito. Por lo tanto, si me defino como experto en esta faceta, no soy estricto en el término. Hubo policías, personas afectadas y en duelo, medios de comunicación, gente curiosa, pero ni un solo profesional de la psicología que favoreciera el correcto desarrollo del acto que estaba presenciando o que sirviera de apoyo en primeros auxilios psicológicos a las personas afectadas. Ya me he acostumbrado, pero todavía me encuentro con situaciones que sigo sin comprender. Ante la falta de una solución diferente, las crisis de ansiedad se siguen solucionando con lo que definimos popularmente como “una pastilla debajo de la lengua”, expresión que he escuchado en la resolución de situaciones variadas y en diferentes ámbitos sin que necesariamente siempre sea la opción más costoefectiva. Todo estaba lleno de personas buenas, pero no siempre con el conocimiento necesario para resolver esa situación de forma efectiva, o ,siendo expertos en otros temas, no lo eran en la intervención psicológica en emergencias y desastres.
La bondad y el ego:

Marsha Linehan, psicóloga, profesora y responsable del desarrollo de la terapia dialéctica conductual creada en su origen para el tratamiento del Trastorno Límite de la Personalidad que ella misma sufrió, nos dice en uno de sus libros: “Cuando enseño a mis estudiantes graduados –que trabajan con personas complejas y difciles de tratar con alto riesgo de suicidio– siempre les recuerdo que pueden elegir entre cuidarse a sí mismos o cuidar a sus pacientes, porque no siempre pueden hacer ambas cosas. Si quieren cuidarse a sí mismos, incluso cuando eso pueda significar un posible costo para sus pacientes, les recuerdo que están en la profesión equivocada”.
Es la forma más gráfica que he encontrado para definir lo que creo que es la bondad profesional. Creo que hay que “amar” a las personas a las que se acompaña en la condcuta suicida y su duelo, teniendo en cuenta las características del amor según Fromm (cuidado, respeto, conocimiento y responsabilidad). No debemos permitir que nuestra intervención la maneje nuestro “ego”. La única protagonista es la persona que sufre y tú una herramienta para afrontar su dolor. Yo amo a las personas que acompaño, tanto en las múltiples actividades de carácter altruista en las que participo, como en aquellas en las que recibo una justa remuneración por mi desempeño profesional. Siempre.
Conclusión:

Y por terminar, permíteme que te dé un consejo o varios. Todo dependera de quien lea estas palabras y si los aceptas.
Si nos encontramos en una situación alguna vez de esta gravedad como persona afectada, requiramos que las personas cercanas que nos acompañen emocionalmente sean de nuestra familia o tribu, aquellas que nos aman y validan nuestras emociones. Cuando sean profesionales, contemos con aquellos que lo sean de la psicología de emergencias debidamente formadas y reconocidas. Pidamos ayuda dentro del ámbito de la salud mental pública y reclamemos que esta sea de calidad y con los suficientes recursos para responder a las necesidades. Cuando busquemos profesional de la psicología en el ámbito privado apostemos por aquellos con la debida colegiación y que utilicen métodos testados. La psicología sanitaria o clínica son especialidades. Huyamos de las falsas terapias, la falsa autoayuda o de profesionales sin la debida formación sea cual sea su motivación para ayudar o de actitudes amigables, pero sin mesura.
Si pertenecemos a alguna administración o tenemos un puesto político, dentro de nuestra responsabilidad ética, busquemos las mejores soluciones, las más costoefectivas, las que se ajustan a la evidencia científica y no las más baratas. Al igual que en otras esferas profesionales de la emergencia, escojamos a los mejores: profesionales especializadas y con la formación adecuada. No nos obvies, ni nos sustituyas.
Si somos personal voluntario, seamos humildes y recordemos nuestras limitaciones, participando siempre en actividades organizadas por instituciones de reconocido prestigio y dentro de su marco jerárquico y competencial. Siempre que demos nuestra opinión, como dice el proverbio hindú: “que nuestras palabras sean mejor que el silencio”. Nuestro papel es siempre más escuchar que hablar.
Y, por último, si somos profesionales de la psicología, sintamos con orgullo nuestra profesión, entregando lo mejor de nosotros mismos. Al margen de nuestra libertad para participar en actividades de carácter altruista, la psicología es una actividad profesional, no una actividad voluntarista. La bondad no está reñida con la justa remuneración de las funciones y el desarrollo profesionalizado de la labor que se desarrolla en situaciones de #emergencias y desastres.

martes, 14 de octubre de 2025

Los traumas durante la infancia en familias con poca comunicación pueden generar psicosis en la adolescencia.

 




Resultados del último estudio del Grupo TXP de

Universidad CEU Cardenal Herrera sobre casi 700 #adolescentes, de Antonio Jovaní, Gonzalo Haro y Fran Castellano.
Los cerca de 700 participantes en el estudio fueron clasificados en distintos niveles de riesgo: controles, riesgo bajo, medio y alto, siendo este último correspondiente al grupo EMAR (Estado Mental de Alto Riesgo). El 2,8 % de los adolescentes presentaban este estado mental de alto riesgo de psicosis (EMAR). Además, otro 3,2% manifestó riesgo intermedio, lo que subraya la necesidad de prestar atención a esta población antes de que los síntomas se agraven. Los sujetos con estado mental de alto riesgo (EMAR) reportan entre 5 y 9 veces más experiencias traumáticas en la infancia que los sujetos controles sanos.
En la muestra analizada, un 29,2% de los adolescentes (198 sujetos) había sufrido un evento potencialmente traumático en su vida, sin que ello implique desarrollo de sintomatología postraumática en todos ellos. Cabe diferenciar entre los sujetos controles sanos, donde solo el 10,8% reportaron un evento potencialmente traumático, frente al 89,5% de los sujetos con estado mental de alto riesgo, que sí lo reportaron. Además, este porcentaje experimenta una tendencia ascendente progresivamente en los grupos de riesgo bajo (51,5%) e intermedio (82,6%).
Los traumas más frecuentemente reportados son el fallecimiento de un ser querido (18%), la negligencia o abuso emocional -bullying- (8%), el maltrato físico (6%), haber sufrido un desastre natural o un accidente de tráfico (2%) y los abusos sexuales (0,9%). En cuanto a las puntuaciones totales de la escala DTS (Davidson Trauma Scale), la sintomatología postraumática es 4 veces y media más intensa en los sujetos EMAR (71,11) que en el grupo control sano (16,06).


jueves, 9 de octubre de 2025

SOBRE EL DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL.



Cuando se establece un día para centrarse en un asunto específico, “las personas mayores”, “el medio ambiente”, “la salud mental”…es un indicativo de la poca atención o importancia que la sociedad y sus representantes políticos dedican al tema. Hablamos de representantes políticos porque son los que deciden en qué se gasta el dinero de nuestros muchísimos impuestos. Ellos siguen enredados en asuntos que nada tienen que ver con las realidades que vivimos cada día las familias, que cuidamos, sostenemos y acompañamos a nuestros enfermos. 

Solo podemos decir que dar la espalda a la enfermedad mental y no evolucionar en sus planteamientos y cuidados es contribuir a que nuestra sociedad esté cada vez más enferma. La ansiedad, depresión, bipolaridad, TOC, trastornos de personalidad, etc. y la epidemia que nadie aborda sistemática y determinadamente: la adicción, son cada vez de aparición más temprana y más extendidas. 

Esta escalada de casos nos confronta con una realidad que urge nombrar y abordar: la Patología Dual. Se trata de la coexistencia en una misma persona de un trastorno por uso de sustancias (adicción) y otro trastorno mental (depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, etc.). Esta doble afección se ha convertido en la norma, no en la excepción. Las cifras son abrumadoras: en muchos centros psiquiátricos, la población de pacientes con adicción, además de otra enfermedad mental, se sitúa entre el 70 y 90%. Es crucial entender que estas dos condiciones se influyen y agravan mutuamente. 

La adicción puede ser una forma de automedicación, o por el contrario, el consumo puede ser el factor desencadenante de un trastorno mental. En cualquier caso, el mensaje es claro, y la experiencia lo grita: si la adicción no se aborda de forma especializada e integrada, de nada sirven las toneladas de medicamentos antipsicóticos que a menudo anulan cualquier resto de cordura que le quedara al paciente. El tratamiento debe ser integral, tratando ambas patologías de forma simultánea.

Un tratamiento efectivo para la Patología Dual con profesionales de la Sanidad Pública, que traten las otras patologías del mismo paciente, es fundamental. Hoy, esta atención integrada solo se da, y con muchísimas limitaciones, en los Centros de Adicciones.

La alternativa, una verdadera jungla de centros privados, saquea los bolsillos de las familias, a menudo sin un compromiso real de pago por servicio: solo pago por adelantado y adiós. 

En todo nuestro sistema de salud faltan terapias encaminadas a sanar esta lacra que afecta a todos los sectores sociales, que se calla como una vergüenza y se estigmatiza en el propio sistema de salud. -¿Qué falla en nuestro abordaje de la enfermedad mental y especialmente de la Patología Dual, y qué demandamos?

La respuesta es clara y repetida: 

● Mayor adjudicación y mejor gestión de los recursos humanos y económicos, interés por resolver problemas en vez de dejar pasar el tiempo por parte de todos, más formación y acompañamiento a las familias, y más diálogo con ellas. 

● Más funcionamiento de terapia psicológica en los Centros de Salud Mental. 

● Más formación y acompañamiento a las familias, que son la red de sostén indispensable.

● Más diálogo y colaboración real con las familias. 

 ● Más revisiones y transparencia en la actividad de los hospitales psiquiátricos, que a menudo son fortines inaccesibles a la colaboración de las familias, y cuyo sistema se limita a atiborrar de medicamentos a los pacientes y dejar pasar el tiempo sin terapia alguna. 

Falta compromiso por escuchar a las Asociaciones de Familias que clamamos en el desierto por el abordaje de estos problemas que nadie quiere ver porque, tristemente, la salud mental no da bastantes votos. Hoy, en el Día Mundial de la Salud Mental, exigimos que la Patología Dual sea reconocida, tratada e integrada en el sistema de salud pública. 


(Junta Directiva Fedepadual)


FEDEPADUAL ASOCIACIÓN NACIONAL DE PATOLOGÍA DUAL 


martes, 30 de septiembre de 2025

La Fragilidad de la Identidad en el TLP.











En Zelig (Woody Allen, 1983) el protagonista sufre un extraño síndrome que le lleva a mimetizarse con aquellos que encuentra en su camino. La identidad de Zelig se diluye en cada contexto y situación. Como un camaleón, adapta su ideología, cultura, raza o profesión a la del grupo. Como en Zelig, en el trastorno límite de personalidad (TLP) la disolución de la identidad constituye un aspecto central.

En terapia a menudo escuchamos los familiares “no sé quién soy”, “no tengo ni idea de que quiero”, “no me reconozco” o “sólo siento vacío”. Paradójicamente, algunas personas con TLP puede ser percibidas inicialmente como seres diferentes, como torrentes de particularidad e individualidad. Son rebeldes, caminan por afilados filos y no parecen regirse por los mismos principios que el resto de los mortales. Tras esa fachada de rara avis colmada de certezas, a menudo encontramos una identidad diluida en un océano de dudas.

Cada vez existe más información en torno al TLP, sin embargo, las alteraciones de la identidad continúan conformando aspectos poco tenidos en cuenta, y a menudo olvidados, en los procesos de evaluación y tratamiento. Las implicaciones derivadas de la problemática identitaria se entreveran en las diferentes manifestaciones y constituyen cuestiones clave para entender con profundidad el trastorno.

Conceptualización de las alteraciones de la identidad en el #TLP

Tradicionalmente, el TLP es entendido como la expresión de dos problemáticas centrales: la dificultad en la regulación emocional y el déficit de control de impulsos. Desde una perspectiva psicoanalítica, el incombustible Otto Kernberg sitúa como la principal característica estructural del TLP la labilidad yoica, o traducido a un lenguaje más accesible: la inestabilidad de la propia identidad. Kernberg (1989) relaciona este concepto con la escasa tolerancia al malestar y la impulsividad. En la misma línea, los otros psicoanalistas célebres en el tratamiento del TLP, Fonagy y Bateman (2004), utilizan el término alteración de la “mentalización”, entendiendo esta última como la competencia para tener consciencia de los propios estados mentales y de los de otros.

Wilkinson-Ryan y Westen (2000) describen las alteraciones de la identidad en el TLP a partir de cuatro factores: (i) incoherencia dolorosa, como la sensación subjetiva de falta de coherencia, (ii) absorción por un rol, tendencia a definirse a sí mismo en términos de un rol empobrecido o papel único, (iii) inconsistencia, como la desconexión o incoherencia entre el pensamiento, emoción y conducta y (iv) falta de consistencia en el compromiso con relación al trabajo, los afectos o los propios valores.

La identidad inestable también subyace en la forma de proyectarse en el futuro. Es decir, su autoestima es frágil y mutan con facilidad de objetivos vitales, valores, aficiones, etc. Las dificultades con la propia identidad generan incertidumbre, perplejidad o conflicto en la percepción del yo. Los valores y creencias no son consistentes o coherentes, el resultado es la eterna pregunta “¿quién soy?”.

El autoconcepto es construido de una forma distorsionada y en la que media el autoengaño. Muchas personas TLP se manejan como personas vitales, pasionales, vitales, auténticas o espontáneas. Son formas amables o roles auto atribuidos para sobrellevar la inestabilidad, impulsividad e inseguridad. No olvidemos que no se trata de un trastorno egosintónico, el paciente no está conforme con su forma de ser.   



Meares y col. (2011) utilizan el término “incoherencia personal dolorosa” para referir las dificultades identitarias y el consecuente malestar psicológico y fragmentación de la experiencia. Meares, sitúa el sentimiento de vacío, la difusión de la identidad y el miedo al abandono en el núcleo central del TLP. Cuando esta suerte de nihilismo ataca, nada tiene sentido, ni el yo, ni los otros, ni el mundo. Si se produce una crisis, la vida carece de significado y por lo tanto no es apreciada. Las tendencias de la persona con TLP hacia el comportamiento de riesgo, autolesivo o incluso las tentativas de suicidio estarían entreveradas en este vacío.

Desde el modelo de la terapia dialéctico conductual (#TBD en sus siglas en inglés), la influyente psicóloga Marsha Linehan (1993), señala cuatro formas de manifestaciones: desregulación emocional, desregulación interpersonal, desregulación del comportamiento y desregulación de la identidad. Esta última está íntimamente relacionada con las anteriores.

En lo relacional, la disolución de la identidad subyacería en la voracidad afectiva, la intensidad en la entrega, la tendencia a la codependencia, el miedo al abandono o la inestabilidad del afecto. Pasionales y entregadas, las personas con TLP tienden a vivir el amor en términos mayestáticos. No hay medias tintas, el enamoramiento acostumbra a ser feroz. Por contra, la estabilidad del afecto es frágil, con idas y venidas. Las relaciones afectivas alternan entre la dependencia excesiva y la huida. El temor al abandono implica la fragmentación de la propia identidad. La ausencia, la frustración o el conflicto generan estados ansiosos, y estos tienden a ser compensados con comportamientos de riesgo, agresivos o incluso autolesivos.

Las alteraciones más explícitas de la identidad se han relacionado principalmente con la esquizofrenia o los trastornos disociativos. Sin embargo, en algunos casos y en un contexto de crisis aguda, la persona con TLP puede experimentar ideación paranoide o síntomas disociativos transitorios. En momentos de estrés exacerbado con gran tensión emocional, aparecen esquemas paranoides de desconfianza y suspicacia, se puede llegar a experimentar amnesia disociativa o síntomas de despersonalización o desrealización. La investigación a este respecto es escasa. Sin embargo, existen estimaciones que arrojan hasta un 50% de pacientes con TLP habrían experimentado periodos breves de síntomas psicóticos o disociación (Biskin y Paris, 2012). Son manifestaciones secundarias, puntuales y transitorias, generalmente el detonante es un estresor agudo que suele ser la percepción de un abandono real o imaginado.

La identidad debe ser un aspecto central en todo proceso psicoterapéutico con pacientes con personalidad boderline. La escasa claridad y consistencia en las cuestiones identitarias también provocan resistencias añadidas en la aceptación del diagnóstico. La ausencia de conciencia adecuada sobre el problema dificulta la adherencia al tratamiento. El Trastorno Límite de la Personalidad no es una condición permanente ni inmutable. Sí es cierto que el tratamiento psicológico es complejo y habitualmente largo. 

No obstante, del TLP se sale.



(David Martín Escudero)

Bateman, A., Fonagy, P. (2004). Psychotherapy for Borderline Personality Disorder: mentalization-based treatment. New York: Oxford University Press.